Tres cruces frente al muelle, dan la bienvenida al pequeño poblado de Mano Juan. El Parque Nacional del Este, la zona protegida más visitada del país, alberga a la paradisíaca Isla Saona, y Mano Juan es su único poblado.
Historia
Fundado por doce familias en 1944, durante la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo, que los ubicó allí para custodiar sus recursos, en la actualidad Mano Juan cuenta con alrededor de 300 habitantes que viven en pintorescas y coloridas casas a ambos lados de la «calle principal».
A pesar de que la impresión es la de un pueblo en condiciones «precarias» -no cuenta con agua potable ni luz eléctrica-, Mano Juan, bien merece una visita por su exótica belleza y sus poco explorados -y explotados- atractivos
En este aparentemente olvidado paraje, que la mayoría de las excursiones turísticas no visita, limitándose sólo a las playas de Isla Saona, hay cuevas y manantiales, donde pueden descubrirse las huellas dejadas por la cultura taína. Entre estos destacan Anamanai y Manantial de la Gaviota.
Los habitantes de Mano Juan son muy amistosos y serviciales y el poblado de pescadores tiene mucho que ofrecer: su amable gente, su gastronomía, sus senderos bordeados de pintorescas y coloridas casitas, y también algunas compras en sus chinchorros, como les dicen a los pequeños negocios familiares.
Los amantes del pescado encontrarán su paraíso: de hecho -y obviamente tratándose de una aldea de pescadores- ésta es una de las delicias de la gastronomía manojuanera; también se puede degustar platos a base de yautía, yuca, ñame, arroz y otros productos cosechados en la isla.
A sus hermosas playas, de aguas verde-azuladas, y mantenidas constantemente, se accede por otra «calle principal». Bordeada por tiendas de artesanías y coloridos cuadros de pintura naif, este sendero desemboca en la playa donde esperan las tumbonas bajo esplendorosos cocoteros, y donde podrás recrear tu idea del Paraíso.
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